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Una peste llamada corrupción

Por Edgar Barco

Es natural que el ser humano tienda a delinquir y ser corrupto. Ya lo decía José María Vargas Vila: “La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo”. Si el ser humano es corruptible, tanto más lo será cuanto más poder tenga. La pregunta inquietante es: ¿conviene dotar de tan grandes poderes a seres humanos malos y corruptibles?.

En el largo historial de la humanidad, la corrupción ha sido el pan nuestro de cada día en las altas esferas y poderes de un Estado. Desde que existe poder existe corrupción. Para nuestro mal, están ligados entre sí. Esta peste, de la que hoy tanto se habla es tan vieja como el ser humano.

El primer acto de corrupción documentada nos lleva al Imperio Egipcio. En un papiro que data de la XX Dinastía, durante el reinado del viajero Ramsés IX. Detalla dicho documento las vicissitudes por las que tuvo que atravesar Peser, funcionario del Faraón, por haberse atrevido a denunciar los negocios sucios de otro funcionario que se había asociado con los profanadores de tumbas. Su nombre era Pewero y, haciendo la vista gorda a esos robos, obtenía jugosas ganancias.

En las sagradas escrituras también podemos citar algunos pasajes bíblicos que dan crédito a la antiguedad de este mal. Amós, 1,6, 7, 12… “ya no la convertiré; por cuando ha vendido por dinero al justo, y por un par de sandalias al pobre. Abaten hasta el suelo las cabezas de los pobres y se esquivan del trato con los humildes”… “y a los profetas les intimasteis y dijisteis: No tenéis que profetizar”. Amós 16: “No han sabido lo que es hacer justicia, dice el Señor; han amontonado en sus casas tesoros de iniquidad y rapiña”.

El caso más patético y conocido es sin duda el de Judas Iscariote. El Evangelio de San Juan dice que “no le preocupaban los pobres, sino que era ladrón, y como tenía la bolsa (de la comunidad de los discípulos de Jesús, se llevaba lo que echaban en ella). Era pues, un corrompido y así se explica que fuera donde los sumos sacerdotes judíos y les dijera: “¿qué queréis darme, y yo os lo entregaré?. Ellos le asignaron treinta monedas de plata“. Los Apóstoles Pedro y Juan en su acción misionera también se enfrascaron en una diputa por los diezmos cuando se encontraban en Samaría para consolidar el mensaje de Jesús.

El flagelo también alcanza al siglo del colonialismo (XIX). Los gobiernos centrales no vacilaron en sustraer las riquezas de las colonias que estaban bajo su dominio y se abocaron a corromper a los funcionarios nativos con el sólo propósito de incrementar sus ganancias. Todo esto, además, se hacia levantando las banderas del orden y el progreso. Fue una receta invariablemente repetida por ingleses, franceses, alemanes, holandeses e italianos en la India, Indochina y Africa. Cuando a principios del siglo XX estos países recuperaron su independencia, se liberaron de sus colonizadores pero no de la corrupción.

Ni instituciones como la ONU se escapan del sistema del círculo vicioso de la corrupción. El “pecado original” de la prostitución llegó a ser compañera inseparable de la ONU durante toda su vida.

En su libro “ONU: Historia de la corrupción”, Eric Frattini señala que el primer secretario general, Trygve Lie, fue descubierto en un prostíbulo de Ginebra por otro funcionario de la ONU durante un viaje oficial. Frattini también apunta uno de los casos más escandalosos en referencia a los “cascos azules”, que se suponen, tienen que velar por la “paz universal”. Cuando han sido enviados a “misiones humanitarias”, las redes de prostibulos se han multiplicado.

El autor cita que en Mozambique se produjeron violaciones de niños y niñas de hasta ocho años de edad. En Liberia y el Congo se practicaba la violación sistemática de las mujeres de las tribus, que, al haber sido “mancilladas”, estaban condenadas a quedarse sin marido. Todo esto se practicaba bajo la dirección del secretario general Kofi Annan.

Todos son intereses personales. Por ejemplo, una forma sutil de corrupción puede darse cuando se hacen donativos importantes, aparentemente gratuítos y desinteresados, pero que tienen la finalidad de captar la benevolencia de quien es o puede llegar a ser poderoso, o prevenir su posible mala voluntad. Se trata de una especie de “seguro” contra previsibles acciones perjudiciales para el que hace el “obsequio”.

La corrupción es un fenómeno social global. Bien decían nuestros ancestros: lo que es de todos es de nadie. Allí en donde existe el poder público y funcionarios bien encorbatados dispuestos a “cuidarlo” en nombre de todos, alguno siempre se meterá algo al bolsillo.

Los políticos locales de nuestra area (Nueva York y Nueva Jersey) también están incluidos en esta pandemia de corrupción y escandalo. Sin dar nombres, vemos que cada vez este mal es tan común que ya no no causa ninguna sorpresa la noticia de un nuevo alboroto político. Si van a robar, por lo menos tengan la astucia de no hacerlo notar …digo yo.

Hasta Jesús estuvo a punto de caer; cuando Satanás le ofreció todas las riquezas y los reinos del mundo, tentándolo y poniéndolo a prueba para ver su debilidad. Jesús no aceptó, su reino no era de este mundo.

 

ebarcob@yahoo.com

Edgar Barco es un diseñador gráfico y caricaturista ecuatoriano que vive en Union City, Nueva Jersey.

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