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El (primer) amor… a la literatura, nunca se olvida

Por Alex Delamar

Nuevo libro de Blanca Irene Arbeláez, ilustrado por Marianne Sagbini
Nuevo libro de Blanca Irene Arbeláez, ilustrado por Marianne Sagbini

Blanca Irene Arbeláez, una mujer colombiana que arriesgando su pellejo llegó a Estados Unidos –como tantos otros-, allá por los años 80, buscando también su propio American dream, empieza hoy por hoy a ser reconocida en el mundillo literario nuestro gracias a sus recientes publicaciones: El primer amor nunca se olvida (Alexandria Library y Book Press, 2010-2011); Cómo debemos morir (Book Press NY y Ediciones Artgerust, 2011-2012); Trisagium Mortis (Artgerust, 2013). Mujer bella y trabajadora, no ha dejado nunca de ser una soñadora romántica irremediable, amante de los gatos, la música de los 60, pero, además, de los buenos libros.

Su inclinación por la escritura apareció desde muy joven, allá en adolescencia, al impulso de su admiración por los artistas de aquella época: Camilo Sesto, Nino Bravo, Nilton César, Rafael, Sandro, Charles Aznavour, etc., afición que con el tiempo se fue haciendo necesidad y vocación a través de cartas, poesías y reflexiones que ella fue recopilando por ahí.  Un día, la soledad, el distanciamiento de sus seres queridos y, sobre todo, la nostalgia de su amor imposible de aquellos primeros años la incitaron a recoger todos esos apuntes a manera de diario, como un recuento personal, ejercicio de la memoria que poco a poco fue creciendo y depurándose, tomando cuerpo en páginas que durante 5 años siguió llenando como consuelo en sus horas de hastío y desaliento mientras luchaba por sobrevivir como una emigrante más. Nunca creyó que aquello se convertiría finalmente en su primera novela publicada. Amanda, la protagonista de esa historia, era su propio retrato, aunque literariamente podía ser interpretado bajo otra mirada y, de hecho, debe ser visto más allá de la mera anécdota autobiográfica.

Después de aquel primer libro suyo escrito a trechos y por pura intuición, puro sentimiento, Blanca Irene ya no pudo olvidarse del amor, todavía más perdurable, a la literatura misma. Fue así como le vino ya la idea de dar un testimonio mucho más concreto y directo de sus experiencias , esta vez, acicateada por el dolor que le dejó ver morir de cáncer a su querida madre en un hospital de California. La agonía de aquellos días y el sufrimiento que le tocó ver y compartir a diario en el trabajo que como enfermera asistente en varias instituciones hospitalarias, fue la fuente de inspiración para su segundo libro, Cómo debemos morir, una recopilación de reflexiones propias en torno a la muerte, el dolor, la enfermedad y los cuidados que todos los seres humanos, tarde o temprano, debemos enfrentar y asumir. Allí, Blanca Irene nos entrega de primera mano un documento basado en su experiencia cotidiana, su conocimiento vivido a lo largo de años en torno a la salud, la experiencia del dolor, la prevención y la mejor manera de abordar ese momento crucial del morir propio o de la pérdida de nuestros seres queridos, todo ello con palabras conmovidas y sinceras, sin adornos retóricos, dirigidas a despertar conciencia alrededor de un tema que regularmente eludimos y condenamos al olvido hasta cuando tenemos que experimentarlo en carne propia. Libro difícil y duro que, por supuesto, representa la cara oscura de la moneda que antes parecía tan agradable y romántica.

Luego de esta segunda obra, Blanca Irene nos entrega ahora su tercer libro: Trisagium mortis, una historia donde logra combinar sus dos temas predilectos, el amor y la muerte, aunque con un lenguaje mucho más espontáneo y por momentos, jocoso, irónico, pleno de guiños satíricos.

No es entonces casual la búsqueda que esta colombiana radicada en Nueva York desde los años 80 y 90 ha realizado hasta hoy en procura de sus ideales, de sus sueños. En ella, la escritura da cuenta de su amor por la vida, pero también es una prueba más de lo mejor que los emigrantes pueden aportar a una cultura donde se integran las más diversas experiencias, las memorias, las miradas y los orígenes.

Blanca Irene seguirá trabajando y dando lo mejor de sí a un país, a una ciudad que la acogió generosamente y donde día a día labora, sigue soñando palabras y nuevos libros. Precisamente ahora escribe una próxima novela que llamará Las carangas resucitadas, donde seguramente también aflorarán los recuerdos, el amor, y por supuesto, el humor con el que sabe matizar sus narraciones.

En Blanca Irene tenemos un buen ejemplo de honestidad, creatividad, tenacidad y emprendimiento, cualidades que caracterizan dignamente lo mejor de la población hispano emigrante en los Estados Unidos.
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Blanca Irene Arbeláez
Blanca Irene Arbeláez

Marzo de 2013

 

 

 

 

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